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jueves, 3 de enero de 2013

Cuentan que...

 El Snowager
 (Datos sacados de la Neopedia.)


        ...finalmente, Keblin el Aisha de nieve había juntado suficiente coraje para entrar a la Caverna del Snowager, con la esperanza de tomar una parte de la legendaria riqueza del monstruo. Supuestamente, de los que se atrevían a entrar a la cueva, sólo regresaban los que tenían la prudencia de volver al ver a el terrible monstruo. Y ahora, alrededor de la esquina de la cueva del Snowager, Keblin estaba listo para ver de una vez por todas lo que había más allá de la pared. 


En el momento crucial, Keblin recordó las palabras de su mentor, Gradolf, que una vez también intento tomar el tesoro del Snowager. "¡Es una locura!" le dijo Grandolf. "Si en realidad sabes lo que es mejor para ti, te olvidarás de que has escuchado del Snowager. Nadie ha conseguido su tesoro, y estoy seguro de que nadie lo conseguirá." 

Aunque no estuvo de acuerdo con la decisión de Keblin de ir donde el Snowager, Gradolf le ayudó a prepararse para el viaje aunque de mala gana. Como viejo amigo del papá de Keblin, Gradolf pensó, que si en realidad estaba determinado a ir, debería ir bien preparado para el viaje. Verás, cuando Gradolf y el papá de Keblin, Kendrak, eran jóvenes los dos se aventuraron valientemente en la cueva del Snowager. Cuando llegaron a la orilla de su caverna, Gradolf decidió ir por detrás, mientras Kendrak, sin temor alguno, fue por delante. Después de eso nadie supo de él. 

Y ahora, años después, Keblin buscaba revancha para su papá y reclamar el tesoro del Snowager para él. Mientras se estaba alistando para lo que le esperaba, Keblin respiró profundamente. Caminando lentamente alrededor de la esquina, volteó para ver al Snowager. El monstruo era tan horrible, que Keblin no pudo aguantarse y gritó.
Con eso, el monstruo despertó de sus sueños. Todavía casi dormido y viendo difícilmente al petrificado Aisha de nieve, la poderosa bestia rugió tan fuerte que hizo que la tierra temblara. Mientras el estruendo del rugido resonaba a través de la caverna, carámbanos comenzaron a caer del cielo. Uno golpeó a Keblin en el hombro, y lo hizo gritar de dolor. Con eso, Keblin empezó a correr por su vida, sin parar para mirar atrás...

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